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aqui les hablo de un breve cuento que espero que les guste
Óscar salió de su casa como cualquier otro día, sin imaginarse que la vida te tenía preparada una gran experiencia. Caminó por la calle oscura. Al llegar a la parada del camión, vio que una señora de edad avanzada estaba sentada con un bolso tejido, un rebozo cubriendo su cabeza, unas sandalias viejas que dejaban asomar unos pies sucios y callosos. Óscar le ofreció un poco de café que María, su esposa, solía ponerle en un recipiente para llevarlo al trabajo. La anciana esbozó una sonrisa y tomó de un sorbo al café caliente. Óscar se atrevió a preguntarle a dónde se dirigía, para ver si sus caminos coincidían. Ella sonrío y le dijo: “No lo sé aún, éste parece ser mi último viaje, pero no puedo llevar todas mis cosas conmigo, no tengo mucho, todo está en esta caja. ¡Qué bueno que te has ofrecido a darme café! Tal vez, también podrías ayudarme con esta caja, pesa mucho y no la puedo cargar”. Entonces, Óscar se percató de que la señora estaba sentada en una caja de madera, más bien parecía un baúl. Pensó que efectivamente podría ser muy pesada para ella, y se ofreció a cargarla cuando llegara el autobús.
Al llegar el camión, Óscar tomó la caja de la señora dándose cuenta que no pesaba de manera excesiva, pero pensó: “para la señora puede ser pesada en verdad”. Tomó el brazo de la señora y la ayudó a subir las escalinatas. Entonces, la anciana, mientras tomaba la mano de Óscar, le entregó un papel doblado, le pidió que cuidara sus cosas mientras ella iba a comprar algo y despareció. Óscar extrañado leyó el papelito que decía: “En mi baúl, cargo con todas mis pertenencias, desde ahora serán tuyas, pero cuando veas que la muerte se acerca a ti y estés completamente solo y sin familia, tendrás que deshacerte de ella como yo lo hago ahora. Todo lo que hay dentro es tuyo. Recuerda: aunque dejes vacía la caja, la debes regalar antes de morir”. En ese momento, el chofer del camión llamó a los pasajeros. Óscar no se podía ir; tenía que buscar a la señora. No estaba por ningún lado, había desaparecido. En verdad era muy extraño lo que estaba pasando. Volteó a ver el baúl, pensó que tampoco estaría, pero…, ahí estaba tal cual lo había dejado la señora. Se le estaba haciendo tarde para llegar a su trabajo, así que decidió llamar a su jefe para explicarle lo sucedido. Su jefe estaba muy molesto y no entendía razones, así que le dijo por el teléfono: “no me importa lo que te pasa, no puedes llegar tarde al trabajo, y menos faltar a trabajar por ayudar a una señora desconocida. Estás despedido”. AB-Lecturas-6 vers NO BERMAN.indd 31 27/03/12 13:15 32 Óscar estaba atónito, había perdido su trabajo sin saber realmente por qué ¿Cómo le iba a explicar a María lo sucedido? Tomó el baúl y regresó a su casa, con su termo en una mano y el baúl en la otra. Al llegar, María lo recibió con sorpresa, pues no era la hora acostumbrada para el regreso del trabajo de Óscar. Le preguntó qué estaba pasando y por qué regresaba tan temprano del trabajo; al ver la cara de Óscar a punto de soltar el llanto, sin entender, pero tratando de comprenderlo, lo tomó entre sus brazos y lo acunó como si fuera un niño desvalido. Óscar se sentó en la silla del comedor, puso el viejo baúl sobre la mesa y le contó toda la historia. María escuchó con atención y al terminar, preguntó: “¿Ya viste lo que hay en el baúl?”. Óscar respondió que no, pues con todo lo que había ocurrido, no había pasado por su cabeza echar un vistazo dentro de la caja. Estiró la mano y tomando la pequeña aldaba la abrió. Entonces se dio cuenta que sólo eran papeles revueltos sin más, un atadillo envuelto en un listón rosa, tal vez cartas de amor, otros papeles doblados cuidadosamente con palabras y palabras, y sobre dirigido a Óscar con una nota que decía: “Mi familia me echó a la calle, despojándome de todas mis pertenencias; pero yo, cuidadosamente, guardé mi testamento, en el que claramente indico que la persona que posea esta llave será la dueña de todo lo mío”. Y en un pañuelo doblado estaba una llave dorada, con una inscripción que indicaba que el baúl tenía un sobrefondo que se abría sólo con esa llave. Óscar y María lo abrieron con cuidado y encontraron algunas escrituras de propiedades y dos tarjetas de ahorro. María estaba llorando, Óscar la tomó entre sus brazos y le dijo: “No tomaremos este dinero, lo guardaremos para cuando seamos viejos. Yo saldré ma- ñana a buscar trabajo. No entiendo lo que ha pasado. Es claro que esta anciana quiso darnos un mensaje: debemos atender a nuestros padres. Ellos nos dieron todo mientras fueron jóvenes, ahora nos toca a nosotros devolverles con afecto y atención, todo lo que han hecho por nosotros. Debemos ir a visitarlos. Tu papá querrá saber de nosotros. Desde ahora nos organizaremos para ir un domingo a casa de tu madre y otro domingo a casa de mis padres. Ellos tienen que saber cuánto los queremos y recibir todo lo necesario ahora que están vivos. Después de muertos, sólo flores”.