Spec Ops: The Line, una mirada unica a la violencia de un videojuego

De vez en cuando, vemos videojuegos que demuestran como traspasar la barrera narrativa a la que están sometidos la mayoría de los videojuegos. La mayoría de estos se contentan con hacernos simplemente espectadores de lo que pasa en pantalla, pero Spec Ops: The Line, da un paso mas allá para mostrarnos una visión una de la violencia y de la guerra en un videojuego. Un título que no solo nos cuenta una historia, nos hace partícipe de ella rompiendo el muro que separa el juego del jugador.

A primera vista Spec Ops: The Line es simplemente otro shooter en tercera persona más. Y de hecho es lo que es en jugabilidad. Pero el valor del juego no reside en si es divertido o no, sino de lo que trata de hacer y de contarnos. Una mirada única en el mundo de los videojuegos, casi un experimento, con el claro objetivo de causar varias sensaciones al jugador, sensaciones que ningún otro juego ha intentado crearnos.

Desde aquí habrá Spoiler, si lo quieres jugar, no leas este artículo.

El juego nos pone en la piel de Martin Walker, un Delta Force acompañado por John Lugo y Alphonse Adams, llevando a cabo una misión en un dubai post-apocaliptico donde una enorme tormenta de arena ha destrozado la ciudad y la ha dejado totalmente aislada. Es aquí donde entra en escena John Konrad y el Batallón 33, los cuales han implementado la ley marcial con enorme dureza debido a la escasez de alimento y agua. Al ser atacados por rebeldes, Walker y su equipo se meten de lleno en una guerra sin cuartel contra todo el Batallón 33. 



Al comienzo del juego "somos los buenos" y ellos "los malos" que intentan matarnos. Es el mismo concepto de la mayoría de videojuegos y que asumimos incluso con el hecho de que nos enfrentamos a soldados americanos, como nosotros. Pero todo cambia, y como jugadores y como la persona que controla a Walker entramos en un estado de confusión que hace que cuestionemos nuestras acciones hasta ese momento.

En un momento del juego, en plena escena llena de adrenalina decenas de veces visto en cualquier otro shooter militar, usamos fósforo blanco para atacar a las tropas enemigas que se están retirando. Una acción como cualquier otra en un juego de este tipo a pesar de la crudeza de usar un arma como esa. Es entonces cunado Yager, desarrolladores del juego, dan su golpe maestro y nos deja a nosotros y a Walker en estado de shock: al lanzar ese fosforo blanco hemos acabado con la vida de decenas de civiles y los soldados no se están retirando, intentando salvar a esos civiles de nosotros. La linea entre buenos y malos se difumina y lo que es peor, somos asesinos de inocentes.



El juego nos hace cuestionar cómo seguimos de forma ciega el hecho de que los enemigos en estos juegos son simplemente enemigos y consigue que nos sintamos mal. A partir de ese momento, los 3 soldados entran en una espiral de demencia siendo su único objetivo acabar con John Konrad, el déspota que controla la ciudad y en el cual depositan la culpa. A medida que avanza el juego, estos se vuelven más violentos, cosa que se ve en sus comentarios en plena batalla y cada vez mas brutales en las formas de acabar con sus enemigos.

En definitiva, Spec Ops: The Line intenta despertar en el jugador sensaciones que nunca antes había experimentado. Es un ejercicio brillante de interactividad en un juego. Convierte la violencia cotidiana de los videojuegos en algo más que diversión no dañina, jugando con nuestras expectaciones y consiguiendo cuestionar nuestras acciones. No hay muchos títulos como este, y seguramente no habrá en mucho tiempo.